Desde hace un par de años que es obligatorio contratar un seguro de desgravamen en los créditos hipotecarios. Según los bancos esto es para “proteger a los familiares ante una contingencia”, pero en la práctica sólo protege a los bancos.
El seguro de desgravamen asegura al banco el pago del total de la deuda en caso de fallecimiento del titular del crédito. (A menos que la muerte sea por una de las decenas de causas excluidas... pero eso es harina de otro costal.)
El problema es que a pesar de ser un seguro obligatorio, las compañías no están obligadas a brindar el seguro a cualquier persona que lo solicite. Hay que recordar que el negocio de los seguros está en vender la mayor cantidad de pólizas a personas que no la necesiten, a final de cuentas la aseguradora es un negocio y está en su derecho de rechazar a todo aquel que considere que no le será rentable.
En los seguros tradicionales, esos donde DEBEN captar a sus clientes, les es difícil captar sólo a clientes “seguros” (de esos que probablemente nunca cobren) y para poder funcionar tienen que aceptar clientes un poco más riesgosos, para eso tienen a los “evaluadores de riesgo” que se encargan de “aplicar fórmulas y analizar variables” para aceptar o rechazar a los clientes.
Pero en los seguros obligatorios, les llegan todos esos clientes “seguros”, esos que no contratarían si no los estuvieran OBLIGANDO, casi sin esfuerzo por parte de la compañía.
Lo lógico es que todos ellos subvencionen al otro extremo, a los que la compañía rechazaría si se tratara de un seguro tradicional, como pasa por ejemplo, en el SOAP.
Uno no ve que a alguien le rechacen el SOAP o le cobren extra prima, por tener muchos siniestros, o porque el vehículo sea muy antiguo y tenga menos medidas de seguridad que uno nuevo (y que por ende tiene más probabilidades de dañar a alguien que tenga que cobrar el seguro en un accidente)
Pero en el caso de los hipotecarios no sucede así, al contrario: ya que la compañía de seguros no necesita captar sus clientes, se puede dar el lujo de bajar su nivel de riesgo y DISCRIMINAR de manera casi arbitraria, quién “es digno” de ser asegurado por ellos.
Es obligatorio que el cliente contrate el seguro, pero no es obligatorio para la compañía asegurarlo.
Y si la compañía no te asegura, el banco no te puede otorgar el crédito, entonces, ¿De qué protección para mi familia me hablan?
Juan Pastorino, Gerente de Productos Hipotecarios del banco Itaú, junto con informarme que no podrán cursarme el crédito, debido a que (sólo por mi obesidad) la aseguradora se niega arbitrariamente a evaluarme médicamente (o siquiera a aceptar exámenes de laboratorio que comprueban mi buen estado de salud) me escribe que la normativa que hace obligatorio el seguro es “en el espíritu de proteger a los familiares frente a una contingencia”
¡¿Cómo la negación al acceso al crédito hipotecario puede proteger a mis familiares?!
Si no tengo casa, tengo que arrendar; y si me muero arrendando, mi familia quedará igual de desprotegida que si me muero pagando dividendos, con la única diferencia que pagando dividendos al menos, habría tenido la oportunidad de haber terminado de pagar la casa antes de morirme, y con ello haber dejado a mi familia verdaderamente protegida.
Dan por sentado que en caso de muerte, la familia no podrá pagar el dividendo y que por ende el banco tendría que desalojarlos, y por eso me dicen que el espíritu de la ley es proteger a la familia, protegerla del desalojo… pero sin casa propia el desalojo iría igual, sólo que por parte del arrendador en vez del banco.
Entonces ¿Beneficia a mi familia, que en caso de contingencia quedaría IGUAL sin hogar, o al banco que se asegura el pago y se ahorra un desalojo y un remate?
El lunes 21 de abril, me reuní con el diputado Joaquin Lavin L., electo por mi distrito y miembro de la comisión de economía y protección al consumidor.
Le expuse todo mi caso y se mostró bastante receptivo ante mi problema, me indicó que se llevaría los antecedentes para ver lo que se podía hacer, pero no me dio muchas esperanzas. Por un lado los diputados de la alianza son minoría por lo que no tienen mucho poder en la cámara, y por otro lado están “a full” con lo de la reforma tributaria.
Pero yo hice mi parte, expuse el tema a una autoridad con la esperanza que esto se corrija, porque si no lo hubiera hecho, no tendría derecho a esperar que se corrija solo.
Si no lo hice público antes, fue porque seguí mi lucha por conseguir mi hipotecario, y no quería que además de discriminarme por obeso, me discriminaran por “conflictivo”, porque no sólo me rechazaron sin evaluarme las 2 compañías de seguro con las que trabaja el Itaú, también lo hicieron en “BICE Vida”, donde primero me dieron respuestas evasivas, y solo tras insistir transparentaron (y de manera informal) la verdadera razón del rechazo; y “aseguradora Magallanes”, quien simplemente ignoró mis correos luego de recibir mi declaración de salud con mi peso y estatura.
Actualmente mi hipotecario está en trámite en el Banco Santander.
Santander seguros sí aceptó que se comprobara mi estado de salud mediante exámenes y un informe médico, y tras comprobar mi buena salud (que es mejor que el de muchos que son más flacos que yo), acepto asegurarme (aunque con un recargo en la prima de más del 100%)
Creo que no se debería discriminar, en este seguro en particular, por la condición de obesidad de una persona, porque no es la obesidad la que mata, son otras enfermedades asociadas a la obesidad, pero que no todos los obesos desarrollan.
Tampoco se debería discriminar por ninguna enfermedad que no sea terminal. Existen enfermedades crónicas, como la diabetes, que con el correcto tratamiento tiene expectativas altas de vida, y sin embargo a ellos también se les niega el acceso al “famoso” seguro, y con ello al crédito hipotecario; y en muchos casos, a la única posibilidad de una casa propia.
No creo que sea justo que yo, sólo por ser gordo, tenga que pagar más del doble por mi seguro de desgravamen para poder tener mi casa propia, de lo que pagan personas que fuman o que beben alcohol y conducen…
Pero es lo que hay, después de 2 bancos y 5 compañías de seguro es mi única opción y la tomo feliz, porque en el actual escenario no podré encontrar nada mejor. Pero eso no quita mis ganas de que esto cambie y que en el futuro nadie sea discriminado, a nadie se le haga sentir inferior, “no digno” o humillado, al momento de querer, como todos, tener una casa propia, de la única forma que un ciudadano de la clase media de este país (sin acceso a los regalos del estado para la clase baja, ni al capital de la clase alta) puede tener.